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Cuentos de niebla

Breves

Microcuento

Los ojos de la muñeca tenían algo de real. Ni siquiera te sorprendió verla parpadear justo antes de abalanzarse sobre ti.

 #microcuento

autora: 

@anaisnit

ESPINAS

ESPINAS No soy tuya. Nunca lo fuí. Pero quise serlo...Dejar a un lado mis lazos de carne y fundirme bajo tu piel. Dejar a un lado mis temores, mis prejuicios, mis yoes absurdos y triviales. Quería ser tú. Porque te amaba. Porque te amo. Pero ahora veo lo imposible de nuestro abrazo. Ahora me rindo a la evidencia. Nos hemos casado y te sigo gritando que no soy tuya, aunque me golpees con fuerza queriéndome fundir bajo tu puño. No soy tuya, porque no puedes obligarme a dejar de amarte a la fuerza. El amor es una inmensa herida porque no me quieres tú. Este amor que se me pudre en el pecho, que me quema en las llagas de tu maltrato infame, ¿Cómo has podido traicionarme? Pero lo más triste de todo es que algo dentro de mí se ha roto para siempre. Hoy, en este mismo momento que parto con mis maletas rumbo a lo desconocido, dejo constancia de mi fracaso: mi amor no pudo con tu odio. No venció la esperanza por encima de la historia, tu triste historia que se repite de padres a hijos. Y yo no voy a dejar que el hijo que crece en mis entrañas pase de ser víctima a verdugo. Lo amo demasiado ya, mucho más que a ti. Por eso me iré con la luna, lejos de tu abrazo de espinas. Adiós, mi amor de piedra.

ODIO

ODIO Odio. Odio. Te odio. Pero te amo con el abrazo confuso, con la sonrisa forzada, esperando tu beso envenenado como una última bendición antes de partir rumbo al odio. Porque después del amor viene el odio. Tras la vida viene el odio agazapado y estéril, como un abrazo sin brazos, como un beso sin labios. No se puede pasar de la ebriedad confusa de la felicidad a la nada más absoluta. Necesitamos el abrazo, la soga fatal del amor podrido: el odio. Ese mundano y terrible lazo que nos ata para siempre a la persona una vez amada, y que no pudo ser. El odio es la última esperanza, el último rincón dónde dejar secarse los recuerdos. El odio es la más triste coartada para no reconocer que ya no queda nada.

LOS PÁJAROS

LOS PÁJAROS

Una calurosa mañana de principios de junio, en el humilde barrio de LLefiá, se vivieron unos hechos espeluznantes. Una familia se despertó como cada mañana dispuesta a enfrentarse a sus quehaceres diaros con alegría. El padre se ocupó de las mascotas de la familia, dos amarillentos canarios que daban su trino claro a todas horas. ¡Con cuánto cariño el padre limpió la jaula de los dos pajaritos! Más tarde, la hija mayor fue testigo de algo extraño en el balcón, una sombra difusa de alas oscuras. De repente se acordó de una curiosa acción que el ayuntamiento de su ciudad había llevado a cabo. Debido a la plaga de palomas vulgares que azotaban tejados y monumentos decidieron soltar unos pájaros de pico lárgo que les daban caza sin piedad. La pobre chica se quedó con el corazón encogido mientras escuchaba extraños golpes de alas furiosas y pequeños chillidos desesperados. Cuando salió al balcón ya era demasiado tarde. Uno de los dos canarios ya no podría cantar nunca más: había perdido la cabeza. Del horrible pico-largo no había más que unas cuantas asquerosas plumas negras pegadas a la jaula como una burla cruel. El otro pobre bicho, el canario compañero, estaba en una esquina paralizado de terror, lo que habían visto sus diminutos ojos quizás le quitase las ganas de cantar el resto de su vida.La pregunta surgió en medio de la familia, estando el padre fuera de casa, claro, que el hombre no hubiera soportado tremenda escena ¿quién sería la persona encargada de llevarse el cadáver de la criatura? Nadie de la familia estaba preparado por tremendo shock. La hija mayor llamó a la prima, la Tomasa, esa joven y fuerte mujer de campo que no le haría ascos a semejante tarea. Nadie dijo nada de la horrible muerte al padre, el más apegado a los dos pajarillos. Sólo una mentira piadosa: "-¡El canario se escapó! Voló, fly!", "El pobre tocó con sus alas amarillas el sol...".  Pero la verdad, negra y silenciosa, apelmazaba los corazones de madre e hijas, que nunca más mirarían al cielo confiadas.

Ellas sabían que un enorme pájaro oscuro, con largo pico ensangrentado volaba libre entre las nubes.